sábado, 25 de abril de 2009

EPISODIO 31. EAST RIVER PIPE.



La biografía de F.M. Cornog incluye trabajos en tiendas de alfombras, jardinería, años de alcoholismo y un notable bache vital que le llevó a ser un sin techo y a vivir en una estación de metro durante al menos dos años. Actualmente trabaja en una fábrica de tejas. No toca en directo ni comprende que algún músico del mundo estuviese interesado en acompañarle para tocar sus simples canciones. Tampoco sabría cómo vendérselas al público y la situación de imaginarse frente a la gente interpretando le resulta embarazosa. Personaje atípico que en otra época simplemente habría quedado en el anonimato por muy grandes canciones que fuese capaz de inmortalizar.
Su biografía incluye el rescate de la estación de metro por parte de una mujer que trabajaba para un pequeño sello independiente. Le facilitó una mesa grabadora de cuatro pistas y le animó a registrar sus canciones. Siete discos después, East river pipe, el desagüe del río este, F.M. Cornog ha tomado revancha del mundo en forma de cientos de brillantes canciones focalizadas en la miseria de NY y de la especie humana. No conozco un mejor cronista con menos palabras, ni mejor retratista del submundo (que al final no es más que la expresión del mismo mundo, su caricatura extrema). Sus héroes son los acabados en la cola del paro y sus princesas, las putas. Tipos miserables que pasean a su perro acobardados ante el mundo. Ilusos aprendices de estrella de rock que fingen ser Axl o Iggy. Podredumbre humana retratada sin cinismo y directamente, a la misma altura que el objeto retratado.





Pocos sacaron tanto jugo musicalmente de los siete acordes básicos (sus guitarras no necesitan más). Cuando los sellos independientes alucinaron con la joya, él siguió en sus trece y se limitó a seguir grabando en un modelo ligeramente superior de su cuatro pistas original. Aún así, con baja fidelidad y cajas de ritmo de baratillo, el tipo consigue un sonido pulcro. No le imagino sonando en el gran estudio. Sería su final. Cornog toca la batería lo justito para llevar el simple ritmo, no es en absoluto un gran guitarrista ni bajista y donde se defiende mejor es con su teclado roland (gama casera, nada de superteclados). Con estas armas y su peculiar modo de cantar ha creado una apabullante colección de canciones ocultas para el mundo. Pop artesanal, casero (graba en su habitación), con alma. Nada de depresión. Sus tonadas parecen recoger todas esas historias de infinitos perdedores para devolverlas en una especie de épica brillante. Sus perdedores saben que lo son, pero eso no les impide sentir que la ciudad es suya, o que un viaje a Atlantic city les hará ganar un millón en una noche y ser reyes. Todas las drogas del mundo corretean por sus letras sin poses. No es el lado festivo. Simplemente son algo inevitable. Algo que hace el día menos miserable.
Su discografía es la más constante que conozco. Ni los Ramones. Casi podrían intercambiarse los años de publicación y no se notaría. Es lo que hay, enormes canciones contadas con enorme talento descriptivo y un sonido mantenido a piñón. East river pipe, con ecos de soul o de un Lennon mendigo en lugar de superestrella, ha construído un imaginario sonoro y lírico difícil de obviar para cualquiera interesado en la música.



Nunca he escrito a nadie a quien admire, pero me encontré con el mail de Cornog en la red. Guardo su atenta contestación como oro en paño. Animo encarecidamente a conseguir y escuchar sus discos.

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