miércoles, 16 de julio de 2008

EPISODIO 11. THE POSIES.




Jon Auer y Ken Stringfellow son los culpables de varios de los latigazos de pop-rock más lúcidos y hechos con mejor gusto de las últimas dos décadas. Con los pies anclados en el pop vocal sesentero e influencias garage, siempre buscando la armonía y el coro perfecto, debutaron con Dear 23. Con el permiso de Lemonheads y Teenage Fan Club, la perfecta banda de pop del que rockea.


Pero el mundo estaba en otra cosa. Para llegar al público masivo adolescente tendrían que haber soltado las guitarras, haberse puesto en manos de un productor comercial y currarse coreografías lamentables. Eso que ganamos.
Con Froasting on the beater se hicieron mayores. Empezaron a mirarse a ellos mismos y sus canciones se despegaron de sus referentes. El dúo compositivo demostró asombrosa capacidad para empaquetar doce singles de una tacada. Temas plagados de energía, coros inolvidables, estribillos que se te quedaban para siempre y guitarras más que interesantes que nada tienen que ver con el pop entendido como producto insípido en cuya factura debe eliminarse todo lo que pueda ser altisonante para un oído común. Se trataba de pop enérgico en estado de gracia.



Luego llegaría Amazing Disgrace y prácticamente repitieron la jugada e igualaron, o incluso alzaron, la calidad. Success y A kind of light, éste tras varios años de separación, completan su carrera. Auer y Stringfellow cuentan con notables lps en solitario. La impresionante máquina compositiva de sus mejores años ha menguado, pero son dos creadores muy a tener en cuenta. Stringfellow es habitual como guitarra a sueldo en las giras de Rem y ha firmado ya tres discos notables. Jon Auer rescató parte del encanto con Songs from the year of our demise.
La producción y la espectacular calidad de sus canciones hace que Frosting, Amazing o Success suenen incluso mejor aún hoy en día. No puede decirse lo mismo de muchos discos de hace diez años o de hace diez minutos. Canciones que saben a dónde van desde el segundo inicial. Pop engrandecido con recursos, cortes de batería, parones, cambios rítmicos, refuerzos guitarreros, todo ello interpretado con pulso y buen hacer. La riqueza melódica de los fraseados de Auer y Stringfellow no ha encontrado rival en el pop rockero alternativo. Piezas como "Please return it" merecerían figurar en cualquier resumen musical coherente entorno a esa cosa llamada rock.

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