martes, 15 de julio de 2008

EPISODIO 6. MANTA RAY.





Conocí a Manta Ray en un lejanísimo Bilbo Rock, en una iglesia de pronto tomada por gente con ganas de música y cerveza y ningún grupo reseñable. Sólo habían publicado una maqueta y sonaban a banda con ideas y bien soldada. La mejor banda española de los últimos veinte años. Experimentación, riesgo y referentes rarísimamente asumidos e interpretados por aquí. Kraut rock, noise y blues rock contagioso y marciano. Personalidad propia, sonido propio. Excelentes directos. Excelentes discos. Tenían todas las papeletas para pasar casi desapercibidos en el país de los albañiles cantantes y la música para mover las caderas.






Su primer lp se me ha quedado un poco viejo y no muestra en absoluto lo que la banda escondía. Aún así Tin Pan Alley me sigue poniendo los pelos de punta. Estratexa, Pequeñas Puertas, Torres de Electricidad, Esperanza, son diferentes caras de una banda inquieta y pasota ante la escasa respuesta y la incomprensión. Cada uno de sus discos es un bloque autónomo, una intención de sonar de un modo determinado. Manda el todo antes que la parte. Un homenaje a la búsqueda de sonidos. En eso son enormes. La música está hecha de sonidos. ¿Cómo no experimentar con ellos? Por saber, supieron incluso pasarse al castellano sin hacer el ridículo en letras o en pose. Conservaron el misterio sin exponerse demasiado a base de imágenes encerradas en sí mismas.
Aún siendo devoto de Pequeñas puertas, sus últimas grabaciones llegaron a gustarme incluso más. Que alguien me explique cómo pudieron grabar Extratexa o Torres de electricidad. Se convirtieron en una máquina de sonido plenamente orgánico. Música bruta para pieles sensibles. Crujientes bajos circulares y baterías con los parches agujereados. Torres de electricidad es una barrabasada fría, cruda, que te tienes que tragar tú solito sin ayuda de nadie. Y lo malo es que te gusta y repites.
Nunca la claustrofobia había dado tanto calor y sido tan real. Si poner en palabras lo que representa la música es tarea un tanto absurda, a medida que voy escribiendo caigo en la cuenta de que escribir sobre Manta ray se me hace absurdo y titánico. Entre las palabras se van a escapar todos los matices.
Nacho Vegas creció en el seno de la banda, pero eso es otra historia y merecería otro capítulo. También es destacable el proyecto paralelo Viva las Vegas y las colaboraciones con bandas como Diabologum o Cosmos y aquella noche en el Teatro Campoamor entre temas propios y rendiciones a bandas sonoras (El padrino, Cowboy de medianoche...). Memorables.



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