jueves, 17 de julio de 2008

EPISODIO 28. PAVEMENT.


A principios de los noventa el rock se debate entre seguir tras los pasos de bandas dinosaurio o reinventarse. Grupos como Pavement rompieron con la actitud fingida y caducada del rock de toda la vida aportando a cambio desparpajo y ausencia de endiosamiento. Su pose era la de juguetear con el rock y no tomarse muy en serio a sí mismos. El nuevo enfoque que suponía el rock alternativo aplicaba ese desparpajo a todos los aspectos, formas nuevas de grabación, de acercarse al micrófono y cantar y de darle estructura a las canciones incluído. La baja fidelidad y los primeros estudios caseros compensaron la falta de medios e hicieron el resto. Lo importante no era sonar a lo grande, bastaba con sonar y meterle el dedo en el ojo a los dinosaurios y el palo en las ruedas de la gran estructura empresarial de la música. Ideas, ganas de juntar las piezas para ver qué sale, grabadoras de cuatro pistas y ruído estático de fondo; era el comienzo de lo casero, lejos aún de la era digital. Westing presentaba con cara y desenvoltura todos los ingredientes de la fórmula Pavement. Las guitarras raspan y se comen la voz, que frasea de un modo, digamos, peculiar; descuidado y pasota. La batería se percibe lo justo y en su lugar hay acoples múltiples y pistas de guitarra que van a su bola. Una banda de amigos grabando en el local. Los primeros himnos, Debris slide, Box elder.



Slanted and Enchanted mejoró el envoltorio notablemente (grabado en un 16 pistas) y multiplicó la cantidad de himnos, In the mouth a desert, Trigger cut. La historia de Pavement siguió este camino. Grabaciones cada vez más pulcras, montones de canciones que se hacían especiales y queridas al segundo. Crooked rain, Wowee Zowee, Brighten the Corners y Terror Twilight conservaron en lo posible el encanto amateur y despreocupado de los inicios y su locura compositiva, sus sorpresas en los desarrollos de las canciones. Obviamente fueron haciéndose, disco tras disco, más profesionales en todos los sentidos. A la altura de Terror Twilight la fórmula apareció agotada, por mucho que siguiese mereciendo mucho la pena escuchar a unos Pavement creciditos con toques country y una producción cristalina.





Desde Slanted a Brighten the corners ofrecieron discos sin un segundo de desperdicio. Raramente se mostraban meditativos (cuando lo hacían también lo bordaban, Here...), lo suyo eran las canciones optimistas y juguetonas, las letras irónicas y surreales. Verles en directo era asistir a una pequeña fiesta y verles disfrutar y sonreirse entre ellos y ver tu propia sonrisa de gusto saliendo a flote.
Stephen Malkmus sigue en activo con sus inflexiones de voz de eterno adolescente. Nada es lo mismo, pero su Face the truth o su disco homónimo no desmerecen el recorrido de la banda.


Tocaban con una sonrisa y te la pegaban a tí, sumergido entre el pelotón de seguidores, desgustando en la oscuridad con cariño cada rato.





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