jueves, 17 de julio de 2008

EPISODIO 24. JOY DIVISION.



Una atmósfera sintética y solemne. Timbales nerviosos. Un bajo oscilante a través de una preciosa melodía. Una voz funesta y ceremoniosa que parace llamar a sus fieles a congregarse alrededor de algún tipo de ceremonia. Una voz funesta y un tanto impostada, pero en su sitio. Era Atmosphere, la primera noticia que tuve de la existencia de Joy Division y Ian Curtis.



Más tarde me encontré con Love will tear us apart ( "cuando la rutina dé mordiscos y la ambición se arrastre, cuando el resentimiento crezca, pero no las emociones..."), un himno desarmante dotado de un extraño romanticismo pesimista y mágico.



Joy Division capturaron el amateurismo y la urgencia del punk cuando las tonadas comerciales horrorosamente producidas de los ochenta empezaban a copar el espectro sonoro. La cavernosa voz de Ian Curtis daba el hilo conductor a temas de un post-punk nervioso y anfetamínico. No resulta fácil encontrar una banda cuya sombra se estire tanto hacia los grupos que nacerían después. Desde los primeros The Cure a Interpol hay un largo reguero de combos fascinados, de un modo u otro, con el significado de Joy Division.

Supieron dar un giro impensable. De la crudeza punk de los inicios, simpre con las letras torturadas de Ian Curtis tirando del carro, viraron hacia un sonido mucho más rico y trabajado. Las melodías se volvieron misteriosas, no simplemente por salir de una caverna (eso recuerda la voz y el modo en que está grabada), sino por apuntar a un mundo de referentes impropios del punk. Entraron en escena los sintetizadores, a los que dieron un uso emocional y atmosférico. Nada que ver con el pop saltarín y tontorrón tan en boga a su alrededor, ni con el punk del que emergían. Su años fueron demasiado breves y convulsos. Jaleos con discográficas, discos que no pueden editarse, giras suspendidas. Sólo tras el ahorcamiento de Ian Curtis sus canciones trascendieron un ámbito underground. Llegaron las ediciones y reediciones. Por encima del mito de malditismo que rodeó a la banda (por mucho que el mito vaya unido a estas canciones), quedan grabaciones rebosantes de energía primitiva y autenticidad.


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