miércoles, 16 de julio de 2008

EPISODIO 15, MIGALA.




Migala llegaron como una ventolada de ideas en el siempre precario panorama patrio. Los dieciocho temas de su primer impacto, Diciembre 3 a.m, desplegaban una puesta en escena que incluía casiotones y electrónica de baratillo, samples rudimentarios tomados de tv y una exposición clara y orgullosa de influencias digeridas con talento. Aquí no había nada de las amenudo sonrojantes deudas a los referentes angloamericanos, ése "escucho música en inglés y canto en inglés, aunque no sepa, porque mola más", tan seguido en los noventa. Ya en ese primer album se presentaban como un colectivo con personalidad y canciones sorprendentemente cálidas y hermosas.

La filosofía del háztelo tú mismo aplicada con ausencia de complejos y generosidad de argumentos musicales. "Isabella afterhours", aún hoy, me transmite un montón de emociones. Una melodía de nana puesta en la grave y comedida voz de Abel Hernández sobre campanitas de casio y cajas de ritmos; una de esas canciones sobre las que vuelvo y vuelvo y me hacen imposible pensar en un sonido mejor mientras duran y me sumergen, después, en un recuerdo con sonrisas de niño.
Así duele un verano, Arde y La gran aventura vendrían a completar el cuadro de Migala. Sus fórmulas se perfeccionaron y pulieron, pero el salto de la grabadora de cuatro pistas hacia mayores medios (no mucho mayores: continuaron grabando en casa) sólo les restó inocencia y un pelo de frescura, no autenticidad.







Los madrileños, como no, predicaron en el desierto. Ningún código penal castiga aún el hacer oídos sordos a las propuestas musicales de verdadero interés. Cuando no tengo sus discos cerca suelo acordarme de sus mejores momentos y espero impaciente a volver a tocar esos cds. "Regular storm sounds", "The whale", "Low of defenses", "High of defenses", "A fistfull...", son un puñado enorme de canciones-aciertos en un grupo que destaca sobremanera por la facilidad de hacer discos en bloque; canciones concretas enlazadas entre pasajes sonoros más o menos bizarros que van llevándote de la mano con seguridad hasta el próximo momento álgido.
Grandes, inexplicables. Desde la sencillez y la abundancia de talento, Migala fueron maestros en exhibir una belleza herida de nostalgia. En "On not given farewells", el tráfico de alguna carretera nacional resuena de fondo. Una foto para que los sonidos de la habitación no mueran. "Estoy con las defensas bajas, humo sin fuego, solitario".



El hijo es el nuevo proyecto de Abel Hernández, una grata, gratísima sorpresa tras el silencio un tanto apabullante dejado a la muerte de Migala. Acercamiento a otros enfoques musicales (aflamencamientos incluídos), letras (bastante dignas) en castellano, Nacho Vegas en el punto de mira y un lp llamado Las otras vidas que merece muchas escuchas. A continuación dos videos más de Migala, pero antes una maravillosa muestra de lo que ofrece Abel en el proyecto El Hijo. Seguiré a la escucha y a la espera.







No hay comentarios: